Los nuevos radares de la DGT son diminutos. Son los Velolaser y se pueden instalar en cualquier parte, además de ser controlados telemáticamente.
La DGT está actualizando sus equipos de vigilancia y control de la velocidad y ya está probando sus nuevas adquisiciones: 60 radares de tamaño muy compacto, pensados inicialmente para que puedan ser transportados a bordo de las motos de los agentes de Tráfico, que los podrán instalar sobre un trípode o anclados al guardarrail.
Tráfico ya está llevando a cabo las primeras pruebas en carretera y, ya sea montados en trípodes (apenas mide medio metro de alto) como fijado a un quitamiedos serán muy difíciles de localizar visualmente hasta que no estemos ya muy cerca del aparato. La tecnología láser con la que funcionan también los harán indetectables para los detectores e inhibidores (ambos de uso ilegal).
Los equipos, que se adquirieron en noviembre de 2017, han supuesto un coste final de 860.000 euros (inicialmente se reservó una partida de 1,36 millones de euros), es decir, 14.400 euros por aparato. Una cantidad que se amortizaría con apenas 300 sanciones de importe mínimo (50 euros después del pronto pago).
Los aparatos tienen capacidad para captar velocidades de hasta 250 km/h, a corta distancia, entre 15 y 50 metros, en dos carriles y en un rango de temperaturas de entre 0º y 50 º centígrados. Pueden ser operados de forma remota mediante WIFI (lo que permitiría a los agentes estar fuera del campo visual de los conductores) y cuentan con un iluminador infrarrojo que les permite operar por la noche.
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